miércoles, 7 de mayo de 2008

Protocolo 5

Universidad Diego Portales
instituto de humanidades
“PENSAMIENTO LATINOAMERICANO”
profesorA: CECILIA SÁNCHEZ






Protocolo SEXTA sesión




DIEGO ANDRÉS MORA ARENAS
Nos reunimos el día 30 de abril para tener nuestra sesión de seminario de pensamiento latinoamericano. Lo primero que se definió fueron las lecturas para nuestra próxima sesión, acordándose leer a Ángel Rama, Castro Gómez, José Martí y Enrique Dussel.
La profesora Cecilia Sánchez inició su exposición sobre claves de lectura para entender a José Martí en su texto Nuestra América[1]. Lo interesante es observar como una carta escrita en un contexto determinado se convirtió en un icono de nuestra producción literaria e intelectual. Enuncio a continuación algunos de estas ideas fuerza:
1. Si partimos del principio que el texto Nuestra América es un discurso, nos resulta útil entonces recordar que todos ellos establecen como base una toma de conciencia, que a la vez se relaciona con el concepto de emancipación. Sin embargo, desde el punto de vista del modernismo- al cual pertenece Martí- esta conciencia es frágil, puesto que no sé qué va a pasar mañana, nada es, o todo está en constante constitución. Con esta transitoriedad permanente se quiere superar el substancialismo. El mundo no es ontológicamente eterno, todo está en constante movimiento.
2. Una segunda clave de lectura resulta de la inclusión de la percepción Baudeleriana según la cual lo efímero se entremezcla con lo bello. Esto nos permite superar la errada concepción de Martí dentro del naturalismo. Para él lo que está en juego es la experiencia de lo fugaz. Los poetas ya no podemos ser líricos. Todo nuestro entendimiento de la historia es contradictorio: percibimos algo conservador como revolucionario o viceversa. Su admiración por la experiencia de la modernidad queda pues manifiesta.
3. Este elemento de la contradicción se ejemplifica en la misma vida de Martí: lucha por América Latina más muere por ella.
4. Martí puede leerse incluso como antimarxista, ya que percibe que el pensador prusiano es eurocentrista en su concepción de la revolución: ésta sólo puede darse en países desarrollados. Como contraposición, Martí rescata lo bello de nuestro continente, llegando a definir a América del Norte como “América trabajadora”, donde la democracia es posible.
5. El antecedente histórico de Nuestra América es el texto Madre América, publicado en 1888. Este escrito, rico en metáforas, habla de una América infeliz, en la cual los aldeanos (América Latina) deben despertar, esto es, abrirse a la experiencia transformadora de la Ilustración. Pero esta toma de conciencia sólo será efectiva si se “ponen en fila”, es decir, se unen para hacer frente a los ideales colonizadores de las grandes potencias.
6. Otro acento de su escrito tiene que ver con la masculinidad, presentada en clara diferenciación a la maternidad. En este último concepto incluye también a lo natal, y con ello a lo que es propio de América, es decir, lo indígena. Este es un punto interesante, porque si bien quiere abrazar los ideales de la Modernidad, por otro lado rechaza los ideales de los procesos civilizatorios foráneos. Este es un punto crítico de su pensamiento, en el sentido que reivindica la independencia pero desde la diáspora. Es un modernista que se considera exiliado dentro de la propia modernidad.
7. La modernidad aparece cuando se da un quiebre entre lo público y lo privado, y dentro de ella el modernismo quiere rescatar la esfera de la intimidad. La propuesta es que sólo una correcta articulación entre esta última y la esfera pública puede garantizar una esfera social suficientemente sólida para la aparición de una división del trabajo que supere la enajenación. Dicho de otra forma, que nos sintamos como personas dentro de la lógica mercantil y no sólo como simples intermediarios mecánicos que cumplen una función. Es, de algún modo una propuesta de trascendencia a partir de la misma vida productiva.
8. Para Martí no hay batalla entre civilización y barbarie: todo hace parte de una misma realidad. Sólo si la entendemos en su complejidad, podremos ser originales. La América trabajadora podría unirse con esa otra América, la sentimental. Pero es necesario que los “delicados” superen su propia mediocridad. Es un claro énfasis en el trabajo y la productividad. No podremos salir de nuestro subdesarrollo si no respondemos con entereza a las exigencias del mundo.
Terminado este análisis, se procedió a leer el protocolo de la clase anterior, el cual fue aprobado sin grandes modificaciones.
Acto seguido, nos adentramos en el análisis del texto de Richard Morse Nuevo mundo, dos mundos. Desde el comienzo de su obra se evidencia el interés de este autor por rescatar lo propio de América Latina, a la cual denomina Iberoamérica, puesto que es la realidad que hemos heredado de España y Portugal. Con ello queda claro que su tesis central para entender y transformar la realidad no gira en torno a la economía o el progreso, sino a la opción cultural.
Para entender este concepto, la docente se apoyó en Nietzche, quien puso de manifiesto lo imperativo de lo útil, según lo cual nuestra percepción de las cosas está condicionada por el valor que se le da en cada contexto o realidad local. Hay pues que considerar las cosas desde la apreciación, puesto que no existe universalidad sino singularidad.
Este vehículo conceptual le permite a Morse salirse de la metodología tradicional de la Historia de las ideas, criticando la corriente evolucionista y proponiendo una lectura alternativa de la historia. Al fin y al cabo Iberoamérica y Angloamérica manejan dos versiones diferentes de occidente: Por un lado se alza Calibán, salvaje e indómito pero inexorablemente más atrasado; por el otro Próspero que representa todo el lugar del poder, aristocrático y elitizado. Pero en el medio se encuentra el buen Ariel, que se resiste a ser propiedad de alguno de los dos.
Como vemos, la historia de las ideas ha tenido un desarrollo bastante fructífero en nuestra América. Queda, no obstante, el reto para quienes hoy disfrutamos de esta misma realidad. Nuestras opciones son radicales: o nos convertimos en actores protagónicos de esta época o simplemente seremos espectadores. Que ojalá el poeta nos inspire cuando afirma: “caminante no hay camino, se hace camino al andar”[2].
[1] Discurso publicado en la Revista Ilustrada de Nueva York el 10 de enero de 1891.
[2] MACHADO, Antonio en Cantares.

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